Todo lo que pueda contribuir a una buena preparación de la Asamblea Plenaria me parece oportuno y necesario. Ofrezco, fraternalmente, estas líneas en cinco puntos, no redondos, abiertos…
1 – “From indifference to mercy, which commitment?”
Esta formulación quiere ser fiel al corazón del Evangelio expresada con las palabras del Papa Francisco en estos tiempos de la Iglesia y del mundo que habitamos. Si no miramos de frente a nuestra indiferencia, como posibilidad y como realidad, no abriremos espacio a la misericordia de la que habla Jesús.
George Steiner concluye así su reflexión sobre el mal: “Así es el hombre. La mayoría de nosotros pasamos de largo, beneficiándonos de la falta de percepción consensual, aunque sabemos que la indiferencia es la gran cómplice” (George Steiner, Fragmentos, Siruela, Madrid, 2015, p. 43). Cito a este pensador, como ejemplo, para que ampliemos nuestro horizonte de humanidad abriéndonos a los cuatro puntos cardinales.
2 – Tomemos en serio la misericordia.
Nuestra Asamblea va a tener lugar casi al final del Año de la Misericordia. Tendremos elementos para hacer una primera evaluación. En cualquier caso, el Tiempo de la Misericordia atraviesa el calendario, y la historia humana. A veces deja huellas y testigos que iluminan el camino, a veces nos preguntamos por qué tanto silencio y tanta maldad. Un aviso para navegantes, entre los que ciertamente me incluyo: la misericordia no es una devoción más, es la manera de ser de Dios. Cómo lleva Dios los asuntos de la misericordia es, afortunadamente, cosa suya. Cómo los llevamos nosotros… debería estar guiado por la Palabra que hemos recibido. Por si nos quedaban dudas, la Evangelii Gaudium y la Laudato Si, y toda la enseñanza de Francisco, afirman rotundamente que la misericordia y la justicia no van en paralelo, sino inseparablemente unidas.
3 – Pax Romana y la Misericordia
Creo que en nuestros documentos no hemos usado la palabra misericordia con la fuerza que ha adquirido en los últimos años. Sí podemos afirmar que algunos de los contenidos de la misericordia han estado muy presentes desde los orígenes. No es por casualidad, el hecho de haber nacido como MIEC después de la Primera Guerra Mundial, y como MIIC después de la Segunda, es parte de nuestras señas de identidad. Ambas tragedias pusieron delante de los ojos de aquellas generaciones grandes desafíos como la paz, la reconciliación, la justicia, la solidaridad. Por algo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es de 1948. Después, nuevas guerras, nuevas esperanzas, nuevas crisis han ido marcando el caminar de la humanidad, de las Iglesias. Y, por lo que nos toca, de Pax Romana también.
4 – Un debate de fondo
Pax Romana llegó al Concilio Vaticano II con grandes esperanzas y contribuyó lo que más pudo al desarrollo de ese gran acontecimiento y, después, a su puesta en marcha. De la energía conciliar, de la mirada atenta a la realidad de los pobres a la luz del Evangelio, de la coherencia y la reflexión de algunos cristianos fueron surgiendo nuevas síntesis teológicas, tan importantes para nuestra fe.
Hoy, delante de nosotros y tal vez entre nosotros, hay distintas maneras de comprender la Misericordia. No es una pelea por las palabras. Están en juego nuestra comprensión de Dios, nuestro ser Iglesia, lo fundamental de nuestra fe. Si Dios no es Misericordia, qué es. Si la Iglesia no es Misericordia, qué es.
Si no somos capaces de intentar unir, íntima e inseparablemente, misericordia, caridad y justicia social algo va mal. Nos alejaríamos de las grandes fuentes inspiradoras que han ido formando la personalidad de Pax Romana. No es un problema de tiempo, primero esto y luego aquello. No es un problema de carismas, lo nuestro es esto o aquello. Se trata del Dios en quien creemos, del Jesús que nos invita a seguirle, del Espíritu que nos anima.
5 – Barcelona y después.
Ojalá todas las personas que van a participar en la Asamblea, ojalá la mayoría, ojalá bastantes lleguemos a Barcelona con algunos deberes ya hechos. Así, el caminar de las sesiones, de los diálogos, de las decisiones será más ágil. En concreto, sería muy deseable que hayamos leído y reflexionado sobre la Misericordia personalmente y en nuestros movimientos. Que la Evangelii Gaudium y la Laudato Si nos suenen a algo cercano e inspirador… porque hemos buceado en su contenido.
Estamos en un tiempo eclesial en el que se abren horizontes amplios, no siempre, no en todas partes. Por eso, uno de los aspectos positivos, muy positivos, de ser parte de algo internacional, en este caso eclesial, es ver las dificultades y las alternativas sobre el terreno a través de testigos creíbles y fiables. No tenemos que contar nuestras propias hazañas, sino ser capaces de comunicar “lo que el Espíritu dice a nuestras Iglesias”.
Creo que estamos ante una real oportunidad de repensar y relanzar Pax Romana hacia adelante. Creo sinceramente que no es por instinto de sobrevivencia, sino porque Pax Romana es algo bueno para nosotros y, entre todos, algo podemos ofrecer a la Iglesia, y a quien nos pida razón de nuestra esperanza. Estamos dispuestos a colaborar al nacimiento y al crecimiento del nuevo organismo vaticano para Laicos, Familia y Vida. Es bueno nacer, y renacer, en tiempos de Misericordia.
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